Paranoia que te pego leches Agent

Antes de nada pedir disculpas por el retraso que llevo con las series de Cuatro, pero es que los últimos capítulos de esta serie se me han hecho pelín cuesta arriba. Necesitaba un estado mental especial para disfrutar de tanta GENIALIDAD y no encontraba el momento adecuado. Pero he hecho de tripas corazón y anteayer mismo me tragué de una sola sentada los tres últimos capítulos de la serie. ¡ Y he sobrevivido para contarlo !
Lo primero que uno se encuentra cuando va a ver un capítulo de esta serie es que los protagonistas se están riendo en tu cara. Literalmente. El opening es un tema así como molón, en plan coro celestial, que va dando paso a los protagonistas de la serie que se carcajean a mandíbula batiente directamente mirando al espectador. Yo, cuando alguien se ríe en mi cara, pues me mosqueo, sobre todo si luego en la serie no se ríe ni Dios. Vamos, que es más tirando a drama que a comedia, por lo que uno no comprende de qué se ríe toda esta gentuza. ¿ Te estás riendo de mí ? ¿ De mí ? Porque no veo a nadie más.

Pues la solución es sencilla: jarabe de palo. Es decir, aparece un chaval montado en unos patines que te arrea con un bate en la cabeza que te deja aviao. Y problema resuelto. Os lo creáis o no, hace años discutía con unos amigos una solución similar: te pegas un tiro en la cabeza y se acabaron todos los problemas. Puede parecer algo evidente pero esto es algo que sólo son capaz de discernir las mentes más preclaras: un buen cocotazo te evita comeduras de tarro.
La serie discurre con un batazo por allí, un batazo por allá hasta que de repente, cuando todavía no hemos llegado a la mitad de la serie atrapan al chico del bate. Esto ocurre en el quinto capítulo (de trece) y es el cohete directo de la serie a la GENIALIDAD. Resulta que el chico del bate es un emulador de Tom Hanks en la película Monstruos y Laberintos (sí, esa película que demuestra que el rol es maligno más allá de todo género de dudas), pero más cercano en este caso al universo de Zelda 64, que para eso son japoneses. Por lo que tenemos que en realidad nuestro chico del bate piensa que es un brillante caballero desfaciendo entuertos y rescatando damiselas. Que majo es el tío. Pero que no, que resulta que es un imitador y que sólo le ha pegado un mochazo a una o dos personas, habrá que soltarle al pobre.

Aunque para mí lo más increíble a partir de este punto es que en una miniserie de 13 capítulos haya capítulos dedicados enteramente a autohomenajarse. Pongamos como ejemplo el capítulo en el que cuatro marujas se reúnen para contarse historias del chico del bate y cada una se inventa la trola más gorda posible. Es un capítulo que cuando llevas más de cien capítulos puede ser curioso, pero cuando sólo llevas siete u ocho te suena a relleno de los gordo. Por Dios, que quiero saber cómo se desarrolla la historia, no me metan fill-ins tan pronto.
Pero no contentos con eso, ¿ no querías caldo ? Pues toma, dos tazas. Otro fillin en donde se nos cuenta como se trabaja en un estudio de animación y qué duro es hacerlo. Mientras te intentan colar la historia del bate de mala manera, la horrible mascota te va contado quién es quién y qué hace y yo me digo... ¿ pero a mí me importa esto ? Pues nada, un capítulo en el que al final el chico del bate (o quizá no, quién sabe) masacra a todo el estudio de animación. ¡ Aleluya ! Han captado exactamente lo que está pasando.

Y así acaba la serie. ¿ Qué quién es el chico del bate ? Pues después de que lo expliquen con todos sus puntos y comas sigo sin tener ni la más mínina idea de quién es. Los creadores de la serie tampoco, ya que se lo inventaron sobre la marcha. Ellos sí que se merecían un buen batazo en la cabeza...
Bueno, con esto me pongo al día. Después de Paranoia han puesto otra vez Cowboy Mola Mazo Bebop que ya ha sido comentada ampliamente en este blog. Ahora viene Samurai Champú de Melocotón de la que tendréis completa referencia dentro de unas semanas. Os quiero.
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